martes, 6 de diciembre de 2011

Visita a Roma año 1986. Crónica de un viaje (II)

El miércoles 24, tocaba levantarse temprano, almorzar e irse hacia la ciudad. A las 9 de la mañana se tenía que entrar al recinto de la plaza San Pedro. El autocar de los que desfilaban por un lado, el de los acompañantes por otro. Los Armats ya salieron de la residencia a medio vestir. Es decir, un autocar lleno de gente vestida con túnica corta, calcetines y sandalias. No sabremos nunca que habría pasado si nos hubieran parado los Carabinieri por cualquier imprevisto.

El autocar aparcó junto a las columnas, en la intersección de las calles Vía Túnica y Vía Paolo VI. En aquel ligar se descargaron las cajas de cartón y todo el mundo acabó de vestirse a pie de autocar. Las caras de la gente que pasaba por allí y que iban a la audiencia, fueron todo un poema. Una pandilla de gente vistiéndose de... ¡ Soldados Romanos ! Algunos se pensaban que formaba parte del folklore local y que eran de la propia ciudad. “No, somos de Mataró, de Barcelona” les hacíamos entender como podíamos.
Llegada a la Plaza de San Pedro
Aproximadamente a las 9 de la mañana, la formación entró al recinto, después de pasar por los preceptivos controles de seguridad, desfilando i marcado el paso. En este punto, ya quedó claro, que la presencia de una gente vestidos de romanos, que no eran romanos de Roma, sino de Mataró, desfilando bajo aquellas columnas y acercándose al escenario, atraería la atención de los miles de personas de todo el mundo que ocupaban la plaza. Los empujones para poder acercarse a fotografiar o filmar aquella novedad en una audiencia, las pudieron ver los propios Armats mientras desfilaban. No fueron los únicos. Los fotógrafos acreditados, los reporteros y corresponsales de más de treinta cadenas, corrieron junto a los integrantes de aquel grupo que entraban vestidos de una forma extraña y al ritmo de unos tambores, marcando un paso marcial totalmente desconocido. Los carretes de fotos que llegaron a gastar los fotógrafos (no había tecnología digital) quizás hicieron que alguno de ellos se quedase corto para el resto del acto.

La anécdota de la entrada fue que el Santo Padre Joan Pau II salió al balcón de su despacho a ver quiénes eran los que estaba haciendo aquel escándalo en la Plaza. Dicen que acabó siguiendo el compás de los tambores picando de manos.

Al llegar a los pies de la escalinata de la Basílica, la formación detuvo su paso y se distribuyó por las sillas que tenía reservadas, al lado derecho de la tribuna que ocupaba el Santo Padre durante las audiencias. Por aquellos días las audiencias todavía se hacían en la plaza.
Esperando el inicio del acto
El día era luminoso. La plaza llena de gente. El calor, impresionante. El metal de las corazas y cascos iba aumentando la temperatura por instantes y el sudor nos caía por todo el rostro.

El Santo Padre entró a la plaza, todavía en coche descubierto, y la multitud respondió con saludos y gritos de afecto. En aquel momento el grupo conjunto de Llavaneres y Mataró ondearon una gran señera catalana.

Hecha la alocución del Santo Padre a todos los peregrinos y al finalizar la audiencia fue cuando se dirigió a pie a hablar a muchos de los congregados y, a continuación, también a los Armats, que estábamos situados en la gran escalinata con la Basílica al fondo, junto con la representación de la Parroquia de Sant Andreu de Llavaneres.
Momento de la conversación con el Papa
Fue en este momento, cuando se hizo entrega por parte del Presidente Honorífico de los Armats, Marcel•lí Llinàs (e.p.d.), de un casco en miniatura, reproducción de los que viste la tropa. Por parte de los representantes de la Parroquia de Sant Andreu de Llavaneres, fue entregada una reproducción del Santo Cristo que tienen en la iglesia. El Santo Padre, en correspondencia, hizo entregar un rosario a cada uno de los Armats. Fue durante este acto cuando, en medio de las fotografías de rigor y las conversaciones protocolarias, el Santo Padre se dirigió a los que tenía al lado y en un castellano perfecto los dijo: “Estoy muy contento de veros y saludaros y quiero que seáis siempre Soldados de Paz”. SOLDADOS DE PAZ, nombre que hemos llevado con orgullo desde aquel día.
Los Armats con el Santo Padre
La salida se hizo desfilando y marcando el paso, mientras la plaza se iba vaciando de gente y otras personas aprovechaban para hacer las fotografías que no habían podido hacer durante la entrada. Al llegar a la Vía Paolo VI, la formación desarrolló el ‘Combate de 2’ para todos los asistentes. Más y más fotografías de la gente que se concentraba alrededor de la tropa y, como anécdota, una pareja de novios que se fotografiaron con aquellos soldados romanos. Sobre todo la novia, que se retrató con todos los Armats que pudo.

Toda la tropa se vistió a pie de autocar y a continuación el grupo hizo una breve visita por el alrededores de la Vía della Conziliazione y el castillo de Santo Angelo, hasta la hora de comer.


(Continuará)


(Fotografias: Archivo Armats de Mataró)

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